¿Te quedaste dormido porque te fuiste de amanecida estudiando (no vale decir “juergueando”)? ¿O te fue imposible abandonar las cálidas sábanas porque un incipiente dolor de cabeza presagió un día insoportable? ¿O tal vez te niegas a salir de casa porque soñaste que un meteorito caería sobre ti y tu horóscopo acrecienta el temor con la frase: “Sentirás hoy un gran peso sobre tus hombros?”. Pues, si ese es tu caso, ya conoces la buena noticia… ¡Puedes conectarte a la clase por Zoom!
-¡Yeee!
La mala es que no se considerará tu asistencia.
-¡Oe keeé!
Lo sabemos, escuchar clases en pijama, desde la maternal camita puede ser placentero para algunos, pero no es bueno. La realidad se vive allá afuera y hay que enfrentarla para aprender. El conocimiento se transmite mejor EN VIVO (así, con mayúsculas). Por eso, la Universidad exige, en casi todas las asignaturas, la asistencia obligatoria a las aulas del campus. Lo virtual es solo un apoyo para casos muy particulares.
Estamos seguros de que ya lo tenemos claro, pero pongámoslo punto por punto para que quede brillante. Mientras tanto, nos vemos en las aulas:
- El alumno puede conectarse a la clase de manera virtual, pero no se considerará la asistencia. Para ello cuenta con un porcentaje de inasistencia permitido a lo largo del ciclo.
- No se le puede negar el acceso o la participación a la clase al alumno que se conecte a través del Zoom.
- El alumno que se conecta de manera virtual puede participar, preguntar y debe ser atendido por el profesor, al igual que los alumnos que se encuentren de manera presencial en el aula.
- Si un alumno presenta una prueba positiva o certificado de descanso médico por COVID-19, se puede conectar a la clase de manera virtual y se le considerará la asistencia.
- Si un alumno no asiste a una evaluación presencial por un tema justificado, deberá coordinar con su profesor la fecha del rezagado.
