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Leandra Galdós: ¿mis pasiones o mi futuro?

Acompañada de ‘Argos’, su perro y compañero de todos los días, Leandra Galdós, estudiante de sexto ciclo de la Facultad de Comunicación, nos cuenta sobre el patinaje, el diseño y las artes visuales, reconocidas por ella como las pasiones que dirigen su vida.

Leandra desde muy pequeña ha estado involucrada en el mundo de los deportes, siendo los patines el primer regalo que le dieron sus padres.

Creció en una familia de deportistas y se desarrolló en un ambiente de disciplina y sacrificios. ‘Desde que tengo memoria, junto a mis hermanos ya éramos seleccionados nacionales de surf en distintos tipos de vela. Nos la pasábamos entrenando a diario en el Regatas y esa era nuestra rutina en paralelo a las clases del colegio. El primer regalo que mis padres me dieron fueron un par de patines, incluso antes de regalarme una bicicleta. Podría decir – entonces- que el patinaje fue el primer deporte que practiqué hasta que papá asumió el cargo de coordinador general de deportes acuáticos en el Regatas”, declara.

Leandra, a lo mejor estaba destinada a la disciplina y a los sacrificios que implica competir, pero lo cierto es que su rutina se dividía entre clases y entrenamientos. Poco tiempo había para las reuniones entre amigos e incluso familiares. Mientras representaba a Perú en campeonatos mundiales y continentales, sus compañeros de colegio únicamente se enfocaban en los estudios. Se despidió de las fiestas y reuniones sociales. “A los trece años, mi vida no era más que órdenes y gritos del entrenador por mejorar mi técnica con la tabla. Terminaba de competir y solo quería salir del mar para llegar lo más pronto posible a mi cama. Disfrutaba entrenar, pero no competir”, dijo con una ansiedad que se percibe tras recordar esos momentos.

Sin embargo, a los diecisiete años, la adrenalina ya no era la misma que a los trece, el concepto que Leandra tenía del deporte había cambiado. Este dejó de ser una competencia para convertirse en un liberador de emociones. Por ello, cuando clasificó a un sudamericano la emoción que la inundó fue el miedo. «Mientras todos lloraban de emoción, yo lloraba de miedo. Nunca me gustó competir y encontré en el deporte, la meditación que necesito en mi vida contra mi ansiedad y -también- una forma de relajarme», confiesa.

La deportista menciona que no disfruta los deportes en interiores de igual manera que los que puede hacer al aire libre. Por esa razón le llama más la atención practicar con la tabla en el mar o usar el patinaje para movilizarse.

Patinando hacia sus sueños

Entrar a la universidad fue una etapa que marcó su vida, ya que todo a lo que estaba acostumbrada tuvo que dar un giro de 180 grados. ‘El cambio se dio cuando ingresé a la universidad, porque no es lo mismo las tareas del cole con los trabajos de la U. La carga académica no te permite esos tiempos para entrenar”, menciona. Una vez que acabó el colegio y con deseos de convertirse en abogada, tuvo en mente postular a la facultad de derecho.

‘Lea’, como le llaman sus amigos, con el tiempo entendió que las leyes no eran lo suyo, por lo que tuvo que descubrir cuál era realmente su vocación en su paso por las facultades de administración, diseño y artes visuales… hasta que encontró su destino. “Creo que era necesario pasar por esa etapa para encontrar mi lugar en el mundo. Mi padre siempre quiso que ingresara a la Universidad de Lima. Por distintos motivos, entre gustos y preferencias de mis papás, tuve que renunciar a mis estudios en otras carreras. No siento haber perdido el tiempo, sino que me di cuenta tarde de lo que realmente me gustaba y ahora estoy aquí con la misma voluntad por seguir aprendiendo’, explica.

Leandra y Argos, su perro, en la playa.


Leandra construyó su propio método de aprendizaje. ‘Siempre fui apasionada por investigar, analizar y aprender. Como parte de mi gusto por el diseño, llegué a trabajar junto con mis parientes en el extranjero. Adquirí experiencia en diseño de interiores y valoré esas experiencias, ya que me generó una perspectiva distinta de vida. Me hizo más independiente económicamente y a su vez entendí que estoy preparada para las exigencias y que es justo lo que necesitaré en mi vida, un trabajo que me exija lo máximo posible”, resalta. Con el tiempo, aprendió que podría dedicarle horas a lo que le gusta y a lo que aspira a llegar.

Artista, deportista, escritora y expositora son las cuatro palabras que normalmente menciona cuando se define a sí misma. ‘Creo que soy una persona hiperactiva con interés por muchos temas. Busco siempre investigar aquellos que me interesen e intento ser una referente. Por ello, empecé a contactar con politólogos y trabajo actualmente en un proyecto político educativo’, cuenta con orgullo. Además, entiende la participación política como un requisito básico para que cada persona conozca sus propios derechos y sea consciente de los verdaderos problemas que existen en nuestro país. Por ello, es activista en cuestiones políticas, desde partidos hasta agrupaciones feministas y en contra del maltrato animal. “En la complejidad e incertidumbre política del país, encontré la motivación suficiente para aportar con mi granito de arena’.

Con dudas por la especialidad a elegir, al igual que muchos de la ‘facu’ pero con más ganas de seguir aprendiendo y de encontrar la posibilidad de trabajar en lo que más le gusta, Leandra afirma que su destino se encontraba exactamente en donde está el día de hoy. “Mi destino era estudiar aquí y los cambios de mi vida, confirman mi felicidad por lo que sigo logrando que es encontrar lo que más me gusta constantemente”, dice Leandra con una sonrisa mientras se prepara para escuchar una nueva clase desde su habitación frente al mar de Punta Hermosa.

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